La noche en la que Bien Argentino conquistó el Luna Park

Arriba, en el escenario, más de 40 artistas reciben la ovación del público que hace cinco minutos no para de aplaudirlos. Esa masa de gente encontró con ese golpe de palmas y gritos de aprobación, la manera de abrazarlos y regalarles su cariño. Bien argentino, la obra más federal del país, la que hace años viene arrasando con todos los premios habidos y por haber, se presentó anoche en el Luna Park y la rompió.
“¡Qué no termine nunca!”, fue el grito que salía desde los costados y que enseguida tuvo eco en las casi seis mil personas que llenaron el mítico estadio de Buenos Aires. Y en el frente, más de cuarenta artistas azorados, no saben bien que hacer con tamaña muestra de cariño.
En el medio, Ángel Carabajal, el creador de este espectáculo, el hombre que hace años se recibió de director pero que anoche vivió eso que está reservado para pocos: su noche consagratoria. “Mi infancia no fue fácil…. Pero hoy entiendo que todo aquello que viví, me sirvió para estar acá con este hermoso show y disfrutar el cariño que ustedes me dan. Simplemente, gracias”, confiesa Ángel y se quiebra.
Imposible no emocionarse así. A todos los que anoche estuvimos en ese lugar, en algún momento los ojos se nos llenaron de lágrimas, se nos hizo un nudo en la garganta, y terminamos yéndonos con el pecho inflado, felices de haber nacido en este, el país más austral del mundo; orgullosos de ser Bien Argentinos.
Broadway en el Luna Park. Si hay algo que Ángel aprendió a lo largo de los años, una marca registrada en todos sus espectáculos, es que las mejores obras del mundo no reparan en gastos. Y les puedo asegurar que este espectáculo cumple con todos los parámetros de “la obra perfecta”. La escenografía, el vestuario, la cantidad de músicos, bailarines, artistas: todo tiene un sentido. En el frente, tres pantallas de leds gigantes le ponen imagen al relato y muestran todo para que nadie se pierda ningún detalle.
La banda en vivo de seis músicos, consiguen que cada canción se sienta en los huesos, te levante del asiento, conmueva. Hay 12 bailarines en escena que se animan a cualquier coreografía y que le sacan chispas a las tablas con boleadoras, bombos, y tambores. Para apagar tanto fuego, un zapateo en piletas de agua, consiguen una de las imágenes más hermosas del show. El broche de oro con Paola Camacho y Marcos Ayala, dos personas que no bailan tango: levitan y vuelan en el escenario.
El Carlos Bianchi del teatro. Una de las cosas que caracterizan a Carabajal es conseguir y ver cosas en los artistas que ni ellos imaginaron. Por eso en el inicio del show, Marcelo Iripino sorprende con Balderrama, una zamba salteña, canción que la Negra Sosa hizo conocer en todo el mundo. “A los once años cantaba estas canciones con mi papá…, pero crecí y dejé de hacerlo hasta que Ángel me lo pidió”, rememora el hombre que se hizo conocido en el programa de Susana Giménez por la pregunta: “¿Marcelito está ahí?”.
Y anoche, Marcelo estuvo. ¡Y fue el Huracán Iripino! Dueño de una ductilidad pocas veces vista. Capaz de arrancarte una sonrisa con una canción y baile de Chayanne, o emocionarte con Septiembre del 88, el tema del gran Cacho Castaña. Y a medida que van pasando los minutos, distintos artistas de todo el país, brillan con luz propia: Coki Ramírez, Mariano Garnero, Juan Pesci, el Dúo Aruma, Julián Burgos, Magui Olave, Celeste Muriega, y el gran humorista Zaul Showman (¡no te lo podés perder!), se llevan los aplausos del público.
De fondo, en las pantallas, Maradona le vuelve a meter el gol más lindo del Mundo a los ingleses y Messi exhibe la Copa y nos recuerda que somos Campeones del Mundo por tercera vez en nuestra historia. El sonido de un violín acaricia llanuras, montañas, salinas, y pueblos originarios para recordarnos lo linda que es nuestra Argentina. Minutos después, un bandoneón sopla triste y le da vida a los primeros compases de una fantástica versión de Soy Cordobés. Les aseguro, después de oírla, al Potro Rodrigo se le vuelve a dibujar una sonrisa desde el cielo.
Al final de la noche, un ex combatiente se abraza con su historia, la de Malvinas. Se pone de pie y otra vez se transforma en héroe. Miles de personas lo buscan, lo divisan, le miman el alma. Y el médico René Favaloro se lleva la mejor ovación de la noche cuando su imagen aparece en la pantalla mientras Ángel, el padre de la criatura, se anima a presentar a su esposa Melisa, la mujer de su vida, el alma de este espectáculo.
En ese beso fundido arriba del escenario, se resume la historia de Bien Argentino. Aquellos novios adolescentes que se declararon su amor comiendo un sándwich de jamón y queso debajo de la Torre Eiffel, hoy conquistaron Buenos Aires y nos dieron a todos la posibilidad de ver uno de los shows de música y baile, más hermosos de la historia.